lunes, 2 de febrero de 2009

Historia de la Banda de Música. El maestro de música y director D. Eusebio Rubalcaba

Publicada en La Voz del Tajo por Jose Mª Gómez Gómez


Eusebio Rubalcaba, una de las cimas más altas que ha dado la música en Talavera, nació en nuestra ciudad en 1888. Su afición a la música le venía de familia; su padre era el organista titular de la Ermita del Prado.

Iniciado, pues, por su padre en los estudios musicales, en su adolescencia y juventud los continuó en Madrid con José María Arribas y Remedios de Selva, sobrina del maestro Chapí.

A los 14 años de edad ya actuaba en público (en veladas privadas, celebraciones, teatros…). A esa edad, en 1902, ya era organista de la Colegial y las parroquias talaveranas. Por fin, en 1907, a sus 19 años, fue nombrado por el Arzobispado de Toledo Organista Titular de la Ermita del Prado.

En 1908 ya dirigió una Banda de Música en los actos preliminares y preparatorios para la conmemoración del Centenario de la Batalla de Talavera, que había de celebrarse al año siguiente, 1909: concretamente en el acto de colocación de la primera piedra del monumento que se pretendía levantar en la Glorieta de los Jardines del Prado, y que no llegó a realizarse, sembrándose en su lugar un Laurel, que hoy día es un hermoso árbol y da nombre a la Glorieta del Laurel.

Fundada la Banda Municipal de Música en 1909, fue nombrado Director Eduardo López Chapí, que dimitió en 1913, siguiéndose años de penuria y crisis hasta que en 1920 fue nombrado Eusebio Rubalcaba Director Titular de la misma. Su estreno fue en una fecha emblemática: el día 16 de mayo, en la famosa y trágica corrida de toros en que resultó muerto el impar Joselito “el Gallo”. Precisamente, a instancias de Eusebio Rubalcaba, el flamante Director, la Banda de Música recibió a Joselito en el ruedo con los compases del pasodoble “Gallito”.

Pero Eusebio Rubalcaba no podía dedicarse plenamente a la Banda de Música. Tenía otros muchos menesteres y obligaciones como Organista de la Ermita del Prado y Profesor de Música de varios colegios. En 1925 propuso que se nombrara nuevo Director, él mismo redactó las bases del concurso y fue miembro del Jurado Calificador de los ejercicios. Fue nombrado para el cargo nada menos que el maestro Emilio Cebrián, que llevará a cabo la gran obra de reorganización y dignificación de la Banda de Música de Talavera.

Tras la brillante etapa del maestro Cebrián, siguieron los años difíciles de la II República y Guerra Civil. Al acabar ésta, Eusebio Rubalcaba fue designado, desde los primeros días de la postguerra Gestor del Ayuntamiento de Talavera (10 de abril de 1939). Entre esta fecha y el 14 de enero de 1941 ostentó los cargos de teniente de alcalde, alcalde-presidente provisional y concejal. En calidad de tal se encargó personalmente de reorganizar la Banda de Música y promover nueva convocatoria de selección de Director.

Eusebio Rubalcaba fue ordenadísimo y curioso. Desde que tomó posesión de su cargo de Organista, empezó a guardar gran cantidad de datos, recortes de periódicos y revistas que tuvieran relación con Talavera y la música. Era muy puntual y correcto en llevar las cuentas justificativas de las funciones en que tenía que intervenir. Por Santa Cecilia los distintos estamentos musicales de Talavera organizaban una función y, para ello, aportaban, en los años veinte y siguientes cantidades como 0,50, 1 y 1,50 pesetas. Con lo que se recaudaba se pagaba el sermón, cantores e instrumentos y siempre restaba algo para unas pastas y un vinillo… Algo parecido sucedía con el Novenario a Nuestra Señora del Prado. Siempre llevaba cuentas de la modesta cantidad que le asignaba la Hermandad para los instrumentos (violines, violocenlo, contrabajo, flauta, etc…) que acompañaban al órgano. Otro tanto sucedía con el repertorio que se cantaba cada día, las Dos Misas Solemnes (la del 8 de septiembre y la de la Fiesta de la Hermandad). Previaemnte, durante los meses de julio y agosto, el maestro se dedicaba a escribir música y hacer, siempre a mano en aquellos tiempos, copias y particellas para instrumentos o haciendo transcripciones para otros instrumentos de las obras escritas para órgano solo. Luego venía el proceso de los ensayos, con voces o pequeña orquesta, una y otra vez, hasta que todo quedaba lo mejor posible.

Componía al ritmo de lo que necesitaba o para circunstancias que le movían especialmente. Así, al acercarse las Primeras Comunicaciones de las cinco hijas, les compuso sendos Motetes Eucarísticos que, generalmente, eran cantados por una estupenda soprano local, amiga de la familia, la simpática Angelita Galán, que pertenecía al grupo de voces femeninas que educaba el maestro para cantar en el ya citado Novenario del Prado y multitud de Triduos y otros actos religiosos, y también para las incontables Veladas y Funciones Benéficas en que participaba.

Posteriormente, también para sus hijas, compuso el Maestro Rubalcaba tres composiciones inspiradas en circunstancias bien diferentes: una Marcha Fúnebre (para la Banda Municipal) y otra marcha procesional, en recuerdo de sus hijas Patrito y Josefina, cuando fallecieron, mas una Marcha Nupcial para Mª de los Angeles cuando se casó. Mercedes falleció después que él. Ante las dolorosas pruebas a que se vio sometida la familia Rubalcaba-Salamanca, el temple del maestro quedaba patente en su frase preferida: “Mi fe y mi amor a la música me sostienen en la vida”.

Era muy generoso con asociaciones y particulares que mostrasen interés por la música. En 1940 cedió uno de sus pianos (un bello ejemplar de la marca Erhard) a la Asociación de Jóvenes de Acción Católica, para sus actividades artísticas. Al cabo de 45 años la familia ha recuperado dicho piano, muy deteriorado…

Cuando disponía de algún rato libre, se iba con su cuadernito de música por los barrios periféricos de Talavera a pedir a las personas de edad que le cantasen coplas, canciones, jotillas, romances, villancicos y otras letrillas propias del folkclore de la ciudad y la comarca, que él trasladaba al pentagrama y que, actualmente, conserva su hija Cecilia como un don precioso.

En 1929 estrenó su Himno a la Virgen del Prado. El mismo, en el periódico de Toledo “El Castellano”, declaró cuál había sido su propósito e intención al escribirlo: “Es uno de los más fervientes anhelos de la Iglesia la intervención activa del pueblo en los actos de culto y, una de las más bellas y enfervorizadas, cuando los fieles unen sus voces, sencilla y piadosamente, a los cánticos sagrados. A conseguir este resultado van encaminados con laudable tesón los consejos y normas señaladas por los Prelados, los acuerdos de los Congresos de Música Sagrada y la labor tenaz de una parte, ya numerosa y selecta del sacerdocio contemporáneo. Algo va consiguiéndose entre nosotros con el deseo de sumarse a los cánticos religioso-populares de nuestros templos. Pero ocurre que la devoción más genuinamente talaverana, la de la Santísima Virgen del Prado, no dispone ni de un solo cántico que tenga esas características de sencillez y piedad con qe obserquiar y enaltecer las glorias de nuestra Excelsa Patrona. Y a llenar esa laguna y a contribuir con mi insignificante esfuerzo a la propagación de su culto, va encaminada igualmente la pequeña página musical que precede a estas líneas. Este es mi propósito. Su difusión sería mi más preciada recompensa si a los devotos de nuestra Patrona hiciera vibrar la línea melódica de mi cántico sus tiernos amores a la Señora”.

Otros muchos himnos escribió. Y siempre lo hizo con generosidad y desinterés. Las distintas Ordenes Religiosas afincadas en Talavera le pedían himnos a sus santos fundadores y él sin tardanza procuraba componerlos: “A Santa Juana de Lestonac” (Compañía de María), “Santa Luisa de Merillac” (Hijas de San Vicente de Paul), “A Santa Soledad Torres” (Siervas de María)… Escribió también un hermoso Himno al Padre Juan de Mariana, el célebre historiador y sabio talaverano, que se estrenó en 1924 ante su magnífica estatua. También en 1924 escribió el himno a la Asamblea Eucarística de Talavera. Para la Virgen del Prado, además del Himno del año 1929, escribió en 1945 unas vibrantes Seguidillas (estrenadas en Madrid por su Masa Coral, dirigida por el Maestro R. Benedito, en 1958) y una bellísima Plegaria (titulada “Quién pudiera, Madre mía”, que estrenó el famoso barítono D. José Anguerri) e incontables Motetes y Salves… Escribió, además, numerosas composiciones de carácter religioso como Tantum Ergo, Santo Dios, Regina Coeli…

Hizo incursiones, muy felices, en el campo de la música profana. Así son de destacar: Caracola (canción-marcha marinera), Azucenita del cielo (bolero-serenata), Barro, pincel, arte y luz (estampa lírica ceramista), Talavera (pasodoble-marcha)… El espectácula-revista “Así se baila en mi pueblo” (con título original en inglés “The dance in Florida”) fue compuesto sobre libreto de Carlos Ballester por los músicos talaveranos Eusebio Rubalba y Salvador Ruiz de Luna. Esta obra se estrenó en el Teatro Victoria el día 10 de septiembre de 1931, a beneficio de las obras del Atrio de la entonces Ermita-Santuario de la Virgen del Prado.

Desde 1950, fecha en que se instaló en Talavera el Seminario Menor de San Joaquín (Fundación Santander), el Maestro Rubalcaba fue elegido por el mismo para impartir a los seminaristas las clases de música, especialmente piano, órgano y armonium. Durante 16 años ejerció este magisterio, yendo y viniendo a pie por la calle San Andrés, y nunca aceptó remuneración alguna. Otro tanto haría con las Siervas de María, Monasterio de San Benito, Carmelitas Descalzas y otras congregaciones.

Finalizada la Guerra Civil, el magnífico órgano (tubular), que existía en la Colegial, fue restaurado y el Maestro Rubalcaba, a la sazón Organista Titular en dicha iglesia, dio un recital memorable. Los asistentes salieron entusiasmados, no solamente por el programa interpretado sino por la sonoridad exquisita del instrumento su espectacular trompetería exterior. Es lamentable que tan magnífico (aunque no excesivamente grande) instrumento haya desaparecido de nuestra primera iglesia.

Ya fallecido el Maestro Rubalcaba, se estrenaron en la Basílica del Valle de los Caídos, y a cargo de su magnífica Escolanía, dos obras religiosas suyas. Y en 1986 (30 de mayo) la Coral Benidrom estrenó, en aquella ciudad, su Marcha Marinera.

En los años 40 fundó el “Grupo Vocal Masculino”, con el fin de realizar los cultos en la Ermita y en la Colegial (era su constante empeño). Para afianzar su labor pedagógica, organizaba encuentros y veladas de alumnos, en las casas de éstos, para fomentar la afición, el intercambio de estilos y de interpretación. Como Organista, era invitado con frecuencia por los pueblos de la comarca para que actuase al órgano en las Fiestas Patronales y Funciones.

Pero el Maestro Rubalcaba no fue solamente músico de iglesia. Esta fue su gran vocación, pero era todo un profesional y actuaba allí donde era requerido. Su vida era la música. Ya hemos señalado que fue Director de la Banda Municipal. Actuó en incontables ocasiones en el Teatro Victoria, en el Calderón, Centro de Amigos (Casino), en Salones de Bailes más modestos como el “San Luis”, “Blanco y Negro”, “Pensamiento”, etc… Hubo quién le criticaba por ello y le recriminaban con cariño que actuase en locales un tanto frívolos. Su respuesta solía ser: “soy músico por encima de todo y no hago discriminaciones entre lugares de postín y populares, puesto que me debo a todos”.

Poetas talaveranos, y de otros lugares, le dedicaron sus versos. Entre los primeros, Pedro Jiménez de Castro, Antonio Torres, López-Parra, Francisco Fernández-Vegue… Y, entre los no talaveranos, Alfredo Olavarría, F. Virtudes….

Eusebio Rubalcaba recibió muchas felicitaciones de los numerosos poetas-letristas cuando puso música a sus letras, en composiciones de carácter religioso o profano. Entre los primeros, volvemos a nombrar a Pedro Jiménez de Castro (autor de las letras de los Himnos a la Virgen del Prado y al Padre Juan de Mariana). Don Saturnino Ortega Montealegre, Arcipreste de Talavera, fue el autor de la letra del Himno a la Asamblea Eucarística de Talavera, titulado “A Jesús sacramentado”. El Padre R. Calleja fue el autor de la letra del Himno a Santa Luisa de Marillac, fundadora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Don Tomás Domingo Hernando escribió la letra del motete “Elegit te Domine”, que se estrenó en su Primera Misa. En el campo profano, Carlos Ballester escribió la letra de la Estampa Lírica “Barro, pincel, arte y luz” y de la comedia-revista “Así se baila en mi pueblo” (The dance in Florida). Francisco Fernández-Vegue escribió las famosas Seguidillas a la Virgen del Prado, de gran éxito, y Teodoro Montiel las letras de “Caracola” y “Azucenita del cielo”.

El Maestro Eusebio Rubalcaba murió el 27 de diciembre de 1956 en Talavera de la Reina. Exactamente en el mismo día y hora la Junta Pro-Coronación de la Virgen del Prado, reunida en la Ermita, aprobaba la adquisición de un nuevo órgano, en lo que tanto interés mostraba el que ya por entonces y para siempre será recordado como Don Eusebio “el Organista”. Varios cientos de talaveranos habían aprendido música con él: imposible enumerar aquí tantos nombres, algunos de los cuales aún viven y pueden dar testimonio de ello. Eladio Martínez Montoya, Emilio Niveiro, Fernández-Vegue y otros escribieron en la prensa local y nacional sentidos artículos de condolencia y admiración.

A poco de fallecer, la Junta de Hermandad y Mayordomía del Prado acordó dedicar a su nombre una placa-homenaje, en cerámica, la cual fue instalada sobre la puerta del Coro de la entonces Ermita y en la que puede leerse: “El Maestro Eusebio Rubalcaba sirvió a la Señora con su música durante 45 años ejemplares. 1912-1956”. Quince años después, el Ayuntamiento de Talavera dedicó una calle a su nombre. En 1997, también por decisión del Ayuntamiento, la Escuela Municipal de Música y Danza se inauguró con el nombre de Eusebio Rubalcaba.

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