lunes, 2 de febrero de 2009

Historia de la Banda de Música. La etapa del Maestro Emilio Cebrián


Publicada en La Voz del Tajo por Jose Mª Gómez Gómez


Fue, sin duda, el maestro Emilio Cebrián Ruiz, el gran impulsor y engrandecedor de la Banda de Música de Talavera. Había nacido en Toledo el día 30 de julio del año 1900, en el seno de una fa milia de escasos recursos económicos (su padre se dedicaba a la hojalatería). Pero por sus buenas dotes y aplicación, desde muy niño Emilio Cebrián asiste con otros de su edad a una escuela de música a cargo de D. José Blanco, director de la Banda de Música de Torrijos. Debido a sus progresos, ingresa muy pronto como "educando" en la Banda de Música de la Academia de Infantería de Toledo y tras un breve periodo de adaptación obtiene la plaza fija como "músico de segunda" en la categoría militar del instrumento llamado "requinto", especie de clarinete.


Dadas sus excelentes aptitudes y constancia en el estudio, sus padres le aconsejan que curse estudios superiores de aparejador o arquitecto o alguna ingeniería, pero Emilio Cebrián se siente nacido para la música, ella es su vocación y a ella se entrega en cuerpo y alma. Así, con el apoyo del maestro de capilla de la Catedral Primada de Toledo, D. Francisco Saizar Victoria, lleva adelante estudios de piano y armonía en el Real Conservatorio de Música y Declamación de Madrid, obteniendo excelentes calificaciones.


Aún es muy joven cuando es contratado como clariente en la orquesta del Teatro Municipal de Rojas, en Toledo. Durante mucho tiempo se recordó en Toledo una anécdota que protagonizó el maestro Cebrián siendo músico de la orquesta del Rojas. Iba a ser representada en este teatro "La leyenda del monje", pieza del género chico de Ruperto Chapí, de complicado montaje. Sucedió que el maestro concertador, D. Antonio Medina, cayó enfermo a la crítica hora. No había más remedio que suspender la representación, cuando Emilio Cebrián se hizo cargo de la dirección y montaje, y lo hizo con tal decisión y maestría que la actuación resultó un éxito extraordinario. Poco después era nombrado Director-Concertador de la orquesta del teatro toledano.


A comienzo de los años veinte, Emilio Cebrián entra en contacto con la presetigiosa Banda del Real Cuerpo de Alabarderos, de Madrid, deseoso de aprender más y más, en este caso de su famoso director D. Emilio Vega. Es éste quien, al ver las cualidades del joven Cebrián, le insta a perfeccionarse como intérprete y a iniciarse en la composición y creación musical de obras para banda. Puesto manos a la obra, crea por entonces el boceto sinfónico "En el zoco toledano" ("arabescas"), obra que fue dada a conocer por el célebre maestro Jacinto Guerrero (músico toledano de Ajofrín, autor de celebérrimas zarzuelas) en una de sus giras artísticas por Toledo. También por entonces compone "Evocación", marcha de entrañable acento español, que también alcanzó gran éxito, y ha figurado y sigue figurando entre los repertorios de las bandas nacionales.


En 1925-26 llega para Emilio Cebrián el momento histórico culminante de su carrera musical. Es nombrado director de la Banda Municipal de Música de Talavera de la Reina. A instancias del alcalde Justiniano López-Brea y del músico talaverano Eusebio Rubalcaba, se hizo pública convatoria para el cargo. Lo ganó Emilio Cebrián y ello es lo mejor que por entonces le pudo pasar a la Banda de Talavera, que seguía arrastrando una crisis tan aguda que amenazaba con desaparecer. El nuevo director se puso manos a la obra, reconstruyó de arriba abajo la Banda, seleccionó y motivó la ilusión de los músicos y educó la sensibilidad y el gusto de los talaveranos. La Banda de Música empezó a ser querida y respetada en Talavera. Uno de sus discípulos, Eladio Martínez Montoya (talaverano ilustre por tantas otras razones, que fue miembro de aquella Banda del Maestro Cebrián), lo recordaba muchos años después en páginas de "La Voz del Tajo":




  • "Llegó a Talavera con un bagaje de ilusiones. Era su primera banda como director y venía a ella cuajado de proyectos, pero la desilusión tuvo que ser terrible porque la banda estaba virtualmente desecha… Aunque contaba con muy pocos músicos y un instrumental precario, Emilio Cebrián no se amilanó, era un hombre extraordinario, amigo de todos, sin importarle categorías ni condicionamiento social. A todo el mundo hacía partícipe de sus proyectos y comentó que esperaba de aquella banda, lo que él deseaba ardientemente para Talavera, a la que quiso apasionadamente, por lo que contra viento y marea hace una reparación a fondo y prepara su primer concierto o presentación…"
    Uno de sus más directos colaboradores, en aquellos años de Talavera, fue León María Ayuso, que sería durante muchos años director de la Banda de Música de Guadamur. Cuando se le preguntaba sobre la importancia de Emilio Cebrián para la educación musical en Talavera, siempre recordaba con cariño no sólo la acción que realizó con la Banda de Música sino la creación de una interesante Masa Coral, y exclamaba: "organizó sin temor una formidable masa coral encargándose él mismo de barítonos y bajos, mientras que a mí me encomendaba tiples y tenores, era un excelente conocedor de las llamadas orquestas de viento y aún de las voces, además de inspiradísimo compositor, como lo prueban las estupendas obras que compuso en su corta existencia, destacándose en ellas una bellísima melodía y una perfecta orquestación".


El momento culminante de los siete años que el maestro Emilio Cebrián estuvo al frente de la Banda de Música de Talavera llegó con la participación de dicha banda en el Concurso Regional de Bandas de Música que, con motivo de las fiestas patronales, organizó el Ayuntamiento de Toledo. La obra obligada para todas las bandas participantes era "El huésped del sevillano", ya muy famosa composición del toledano maestro Guerrero. Eladio Martínez recuerda la tensión y el nivel de los ensayos:





  • "Estamos en pleno verano y los diarios ensayos se realizan en el patio de San Jerónimo, entre la Colegial y San Prudencio. El trabajo es minucioso: pasaje por pasaje, músico por músico han de ir demostrando su dominio en las obras. Especialmente los solistas son sometidos a un continuo trabajo…".


Para mayor seguridad, antes de presentarse al concurso de Toledo, el maestro Cebrián decide hacer un ensayo general en Talavera: la asistencia fue impresionante y los talaveranos vibraron por primera vez con su Banda de Música. No se podía hacer mejor, así sucedió el día del concurso en Toledo.


La presentación en Toledo fue emotiva y apoteósica. Veamos como lo describe Manuela Herrejón en su breve monografía sobre "El Maestro Emilio Cebrián" (Toledo, 1983):





  • "El día del desfile de las bandas participantes, la plaza de Zocodover es una auténtica fiesta, según las crónicas, y la Banda de Música de Talavera causa sensación. Su presentación es impecable: uniformes nuevos, nueva instrumentación. En el Museo toledano de Santa Cruz vuelven los músicos a ensayar. Cebrián ha elegido la Fantasía de "La Verbena de la Paloma", que suena en el ensayo final con ese aire jocoso y juncal que posee la música de Bretón… La Banda de Música de Talavera, bajo la dirección de Emilio Cebrián Ruiz ¡gana el primer premio! El mayor galardón hasta entonces logrado por dicha Banda".

Fue el 16 de agosto de 1931.


El éxito no sólo fue para la Banda de Talavera sino para el propio Maestro Cebrián. Le llovieron contratos y solicitudes. Las ediotras musicales le reclaman obras suyas para editarlas. La reina Victoria Eugenia, esposa de Alfonso XIII, se interesa por sus composiciones. Por otra parte, su carácter jovial y generoso le hace ser querido por todos, en Talavera y fuera de la ciudad.


Uno de sus éxitos más resonantes en Talavera lo consiguió en 1931 (17 de noviembre), dirigiendo la orquesta en la tercera representación de la gran revista "The dance in Florida. Así se baila en mi pueblo", obra de ls músicos talaveranos Salvador Ruiz de Luna y Eusebio Rubalcaba sobre libreto y letras de canciones del también talaverano Carlos Ballester, que había sido estrenada con dos actuaciones en el mes de septiembre de ese año. Los autores, que habían dirigido la obra en el estreno, cedieron la batuta al Maestro Cebrián en la tercera representación "y estuvo impecable" (rezan las crónicas). Era un verdadero ídolo en Talavera.


Pero llegó el momento de la despedida. En 1933, estando vacante el puesto de director en la Banda Municipal de Jaén, Emilio Cebrián acudió a la convcatoria y ganó. Para despedirse de Talavera compuso un admirable himno, "Gratitud", como más tarde hará con el "Himno a Toledo" y otros a Jaén y Granada. El maestro Cebrián se llevó a Talavera en su corazón y los talaveranos no le olvidarán jamás.


En Jaén siguió cosechando éxitos y reconocimientos. Se fue afianzando como compositor de gran sensibilidad y sabiduría musical. Trabajó como habilísimo transcriptor de música de óperas, zarzuelas, piezas para bandas… Y en 1943, en la plenitud de su vida y de su arte, murió en un desgraciado y fatal accidente en Liria (Valencia), adonde había acudido con intención de dirigir un concierto en unión con su hermano Francisco, al que nunca había visto actuar profesionalmente… Desgraciadamente, antes de empezar el concierto, al asomarse Emilio Cebrián por un balcón sin balaustrada ni reja, se precipitó al vacío y murió de resultas de la caída.


Imposible es en el estrecho margen de estas páginas referirnos con la extensión que merecen cada una de sus obras. En el tiempo han quedado algunas de sus partituras musicales como las más hermosas que se han escrito para bandas de música: "La Macarena", "Acuarelas campesinas", "Canto a Jaén", "Ragón Falez", "Churumbelerías" y otras muchas. Precisamente esta marcha pasodoble es una de las preferidas por todas las Bandas de Música de España. A la reina Victoria Eugenia le encantaba. Y en ocasión de un viaje a Inglaterra, en compañía de su esposo el rey Alfonso XIII, al ser recibida en Londres, una banda interpretó "Churumbelerías" y fue visible la emoción de la reina.


Talavera y Toledo no han olvidado al Maestro Cebrián. En 1983, al cumplirse el 40 Aniversario de su muerte, la Banda Municipal de Talavera de la Reina, dirigida por el Maestro Iglesias España y Francisco, hermano del Maestro Cebrián, ofreció un memorable Concierto, todo él con obras del incomparable director. Antes de morir fue nombrado miembro de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo. Y posteriormente su ciudad natal, Toledo, le dedicó una hermosa calle. Talavera, como suele ser habitual aún no ha pagado la deuda que hace tantos años contrajo con él. Sirvan estas líneas para recordarle con emoción al cumplirse el 60 aniversario de su muerte.

Historia de la Banda de Música. El maestro de música y director D. Eusebio Rubalcaba

Publicada en La Voz del Tajo por Jose Mª Gómez Gómez


Eusebio Rubalcaba, una de las cimas más altas que ha dado la música en Talavera, nació en nuestra ciudad en 1888. Su afición a la música le venía de familia; su padre era el organista titular de la Ermita del Prado.

Iniciado, pues, por su padre en los estudios musicales, en su adolescencia y juventud los continuó en Madrid con José María Arribas y Remedios de Selva, sobrina del maestro Chapí.

A los 14 años de edad ya actuaba en público (en veladas privadas, celebraciones, teatros…). A esa edad, en 1902, ya era organista de la Colegial y las parroquias talaveranas. Por fin, en 1907, a sus 19 años, fue nombrado por el Arzobispado de Toledo Organista Titular de la Ermita del Prado.

En 1908 ya dirigió una Banda de Música en los actos preliminares y preparatorios para la conmemoración del Centenario de la Batalla de Talavera, que había de celebrarse al año siguiente, 1909: concretamente en el acto de colocación de la primera piedra del monumento que se pretendía levantar en la Glorieta de los Jardines del Prado, y que no llegó a realizarse, sembrándose en su lugar un Laurel, que hoy día es un hermoso árbol y da nombre a la Glorieta del Laurel.

Fundada la Banda Municipal de Música en 1909, fue nombrado Director Eduardo López Chapí, que dimitió en 1913, siguiéndose años de penuria y crisis hasta que en 1920 fue nombrado Eusebio Rubalcaba Director Titular de la misma. Su estreno fue en una fecha emblemática: el día 16 de mayo, en la famosa y trágica corrida de toros en que resultó muerto el impar Joselito “el Gallo”. Precisamente, a instancias de Eusebio Rubalcaba, el flamante Director, la Banda de Música recibió a Joselito en el ruedo con los compases del pasodoble “Gallito”.

Pero Eusebio Rubalcaba no podía dedicarse plenamente a la Banda de Música. Tenía otros muchos menesteres y obligaciones como Organista de la Ermita del Prado y Profesor de Música de varios colegios. En 1925 propuso que se nombrara nuevo Director, él mismo redactó las bases del concurso y fue miembro del Jurado Calificador de los ejercicios. Fue nombrado para el cargo nada menos que el maestro Emilio Cebrián, que llevará a cabo la gran obra de reorganización y dignificación de la Banda de Música de Talavera.

Tras la brillante etapa del maestro Cebrián, siguieron los años difíciles de la II República y Guerra Civil. Al acabar ésta, Eusebio Rubalcaba fue designado, desde los primeros días de la postguerra Gestor del Ayuntamiento de Talavera (10 de abril de 1939). Entre esta fecha y el 14 de enero de 1941 ostentó los cargos de teniente de alcalde, alcalde-presidente provisional y concejal. En calidad de tal se encargó personalmente de reorganizar la Banda de Música y promover nueva convocatoria de selección de Director.

Eusebio Rubalcaba fue ordenadísimo y curioso. Desde que tomó posesión de su cargo de Organista, empezó a guardar gran cantidad de datos, recortes de periódicos y revistas que tuvieran relación con Talavera y la música. Era muy puntual y correcto en llevar las cuentas justificativas de las funciones en que tenía que intervenir. Por Santa Cecilia los distintos estamentos musicales de Talavera organizaban una función y, para ello, aportaban, en los años veinte y siguientes cantidades como 0,50, 1 y 1,50 pesetas. Con lo que se recaudaba se pagaba el sermón, cantores e instrumentos y siempre restaba algo para unas pastas y un vinillo… Algo parecido sucedía con el Novenario a Nuestra Señora del Prado. Siempre llevaba cuentas de la modesta cantidad que le asignaba la Hermandad para los instrumentos (violines, violocenlo, contrabajo, flauta, etc…) que acompañaban al órgano. Otro tanto sucedía con el repertorio que se cantaba cada día, las Dos Misas Solemnes (la del 8 de septiembre y la de la Fiesta de la Hermandad). Previaemnte, durante los meses de julio y agosto, el maestro se dedicaba a escribir música y hacer, siempre a mano en aquellos tiempos, copias y particellas para instrumentos o haciendo transcripciones para otros instrumentos de las obras escritas para órgano solo. Luego venía el proceso de los ensayos, con voces o pequeña orquesta, una y otra vez, hasta que todo quedaba lo mejor posible.

Componía al ritmo de lo que necesitaba o para circunstancias que le movían especialmente. Así, al acercarse las Primeras Comunicaciones de las cinco hijas, les compuso sendos Motetes Eucarísticos que, generalmente, eran cantados por una estupenda soprano local, amiga de la familia, la simpática Angelita Galán, que pertenecía al grupo de voces femeninas que educaba el maestro para cantar en el ya citado Novenario del Prado y multitud de Triduos y otros actos religiosos, y también para las incontables Veladas y Funciones Benéficas en que participaba.

Posteriormente, también para sus hijas, compuso el Maestro Rubalcaba tres composiciones inspiradas en circunstancias bien diferentes: una Marcha Fúnebre (para la Banda Municipal) y otra marcha procesional, en recuerdo de sus hijas Patrito y Josefina, cuando fallecieron, mas una Marcha Nupcial para Mª de los Angeles cuando se casó. Mercedes falleció después que él. Ante las dolorosas pruebas a que se vio sometida la familia Rubalcaba-Salamanca, el temple del maestro quedaba patente en su frase preferida: “Mi fe y mi amor a la música me sostienen en la vida”.

Era muy generoso con asociaciones y particulares que mostrasen interés por la música. En 1940 cedió uno de sus pianos (un bello ejemplar de la marca Erhard) a la Asociación de Jóvenes de Acción Católica, para sus actividades artísticas. Al cabo de 45 años la familia ha recuperado dicho piano, muy deteriorado…

Cuando disponía de algún rato libre, se iba con su cuadernito de música por los barrios periféricos de Talavera a pedir a las personas de edad que le cantasen coplas, canciones, jotillas, romances, villancicos y otras letrillas propias del folkclore de la ciudad y la comarca, que él trasladaba al pentagrama y que, actualmente, conserva su hija Cecilia como un don precioso.

En 1929 estrenó su Himno a la Virgen del Prado. El mismo, en el periódico de Toledo “El Castellano”, declaró cuál había sido su propósito e intención al escribirlo: “Es uno de los más fervientes anhelos de la Iglesia la intervención activa del pueblo en los actos de culto y, una de las más bellas y enfervorizadas, cuando los fieles unen sus voces, sencilla y piadosamente, a los cánticos sagrados. A conseguir este resultado van encaminados con laudable tesón los consejos y normas señaladas por los Prelados, los acuerdos de los Congresos de Música Sagrada y la labor tenaz de una parte, ya numerosa y selecta del sacerdocio contemporáneo. Algo va consiguiéndose entre nosotros con el deseo de sumarse a los cánticos religioso-populares de nuestros templos. Pero ocurre que la devoción más genuinamente talaverana, la de la Santísima Virgen del Prado, no dispone ni de un solo cántico que tenga esas características de sencillez y piedad con qe obserquiar y enaltecer las glorias de nuestra Excelsa Patrona. Y a llenar esa laguna y a contribuir con mi insignificante esfuerzo a la propagación de su culto, va encaminada igualmente la pequeña página musical que precede a estas líneas. Este es mi propósito. Su difusión sería mi más preciada recompensa si a los devotos de nuestra Patrona hiciera vibrar la línea melódica de mi cántico sus tiernos amores a la Señora”.

Otros muchos himnos escribió. Y siempre lo hizo con generosidad y desinterés. Las distintas Ordenes Religiosas afincadas en Talavera le pedían himnos a sus santos fundadores y él sin tardanza procuraba componerlos: “A Santa Juana de Lestonac” (Compañía de María), “Santa Luisa de Merillac” (Hijas de San Vicente de Paul), “A Santa Soledad Torres” (Siervas de María)… Escribió también un hermoso Himno al Padre Juan de Mariana, el célebre historiador y sabio talaverano, que se estrenó en 1924 ante su magnífica estatua. También en 1924 escribió el himno a la Asamblea Eucarística de Talavera. Para la Virgen del Prado, además del Himno del año 1929, escribió en 1945 unas vibrantes Seguidillas (estrenadas en Madrid por su Masa Coral, dirigida por el Maestro R. Benedito, en 1958) y una bellísima Plegaria (titulada “Quién pudiera, Madre mía”, que estrenó el famoso barítono D. José Anguerri) e incontables Motetes y Salves… Escribió, además, numerosas composiciones de carácter religioso como Tantum Ergo, Santo Dios, Regina Coeli…

Hizo incursiones, muy felices, en el campo de la música profana. Así son de destacar: Caracola (canción-marcha marinera), Azucenita del cielo (bolero-serenata), Barro, pincel, arte y luz (estampa lírica ceramista), Talavera (pasodoble-marcha)… El espectácula-revista “Así se baila en mi pueblo” (con título original en inglés “The dance in Florida”) fue compuesto sobre libreto de Carlos Ballester por los músicos talaveranos Eusebio Rubalba y Salvador Ruiz de Luna. Esta obra se estrenó en el Teatro Victoria el día 10 de septiembre de 1931, a beneficio de las obras del Atrio de la entonces Ermita-Santuario de la Virgen del Prado.

Desde 1950, fecha en que se instaló en Talavera el Seminario Menor de San Joaquín (Fundación Santander), el Maestro Rubalcaba fue elegido por el mismo para impartir a los seminaristas las clases de música, especialmente piano, órgano y armonium. Durante 16 años ejerció este magisterio, yendo y viniendo a pie por la calle San Andrés, y nunca aceptó remuneración alguna. Otro tanto haría con las Siervas de María, Monasterio de San Benito, Carmelitas Descalzas y otras congregaciones.

Finalizada la Guerra Civil, el magnífico órgano (tubular), que existía en la Colegial, fue restaurado y el Maestro Rubalcaba, a la sazón Organista Titular en dicha iglesia, dio un recital memorable. Los asistentes salieron entusiasmados, no solamente por el programa interpretado sino por la sonoridad exquisita del instrumento su espectacular trompetería exterior. Es lamentable que tan magnífico (aunque no excesivamente grande) instrumento haya desaparecido de nuestra primera iglesia.

Ya fallecido el Maestro Rubalcaba, se estrenaron en la Basílica del Valle de los Caídos, y a cargo de su magnífica Escolanía, dos obras religiosas suyas. Y en 1986 (30 de mayo) la Coral Benidrom estrenó, en aquella ciudad, su Marcha Marinera.

En los años 40 fundó el “Grupo Vocal Masculino”, con el fin de realizar los cultos en la Ermita y en la Colegial (era su constante empeño). Para afianzar su labor pedagógica, organizaba encuentros y veladas de alumnos, en las casas de éstos, para fomentar la afición, el intercambio de estilos y de interpretación. Como Organista, era invitado con frecuencia por los pueblos de la comarca para que actuase al órgano en las Fiestas Patronales y Funciones.

Pero el Maestro Rubalcaba no fue solamente músico de iglesia. Esta fue su gran vocación, pero era todo un profesional y actuaba allí donde era requerido. Su vida era la música. Ya hemos señalado que fue Director de la Banda Municipal. Actuó en incontables ocasiones en el Teatro Victoria, en el Calderón, Centro de Amigos (Casino), en Salones de Bailes más modestos como el “San Luis”, “Blanco y Negro”, “Pensamiento”, etc… Hubo quién le criticaba por ello y le recriminaban con cariño que actuase en locales un tanto frívolos. Su respuesta solía ser: “soy músico por encima de todo y no hago discriminaciones entre lugares de postín y populares, puesto que me debo a todos”.

Poetas talaveranos, y de otros lugares, le dedicaron sus versos. Entre los primeros, Pedro Jiménez de Castro, Antonio Torres, López-Parra, Francisco Fernández-Vegue… Y, entre los no talaveranos, Alfredo Olavarría, F. Virtudes….

Eusebio Rubalcaba recibió muchas felicitaciones de los numerosos poetas-letristas cuando puso música a sus letras, en composiciones de carácter religioso o profano. Entre los primeros, volvemos a nombrar a Pedro Jiménez de Castro (autor de las letras de los Himnos a la Virgen del Prado y al Padre Juan de Mariana). Don Saturnino Ortega Montealegre, Arcipreste de Talavera, fue el autor de la letra del Himno a la Asamblea Eucarística de Talavera, titulado “A Jesús sacramentado”. El Padre R. Calleja fue el autor de la letra del Himno a Santa Luisa de Marillac, fundadora de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul. Don Tomás Domingo Hernando escribió la letra del motete “Elegit te Domine”, que se estrenó en su Primera Misa. En el campo profano, Carlos Ballester escribió la letra de la Estampa Lírica “Barro, pincel, arte y luz” y de la comedia-revista “Así se baila en mi pueblo” (The dance in Florida). Francisco Fernández-Vegue escribió las famosas Seguidillas a la Virgen del Prado, de gran éxito, y Teodoro Montiel las letras de “Caracola” y “Azucenita del cielo”.

El Maestro Eusebio Rubalcaba murió el 27 de diciembre de 1956 en Talavera de la Reina. Exactamente en el mismo día y hora la Junta Pro-Coronación de la Virgen del Prado, reunida en la Ermita, aprobaba la adquisición de un nuevo órgano, en lo que tanto interés mostraba el que ya por entonces y para siempre será recordado como Don Eusebio “el Organista”. Varios cientos de talaveranos habían aprendido música con él: imposible enumerar aquí tantos nombres, algunos de los cuales aún viven y pueden dar testimonio de ello. Eladio Martínez Montoya, Emilio Niveiro, Fernández-Vegue y otros escribieron en la prensa local y nacional sentidos artículos de condolencia y admiración.

A poco de fallecer, la Junta de Hermandad y Mayordomía del Prado acordó dedicar a su nombre una placa-homenaje, en cerámica, la cual fue instalada sobre la puerta del Coro de la entonces Ermita y en la que puede leerse: “El Maestro Eusebio Rubalcaba sirvió a la Señora con su música durante 45 años ejemplares. 1912-1956”. Quince años después, el Ayuntamiento de Talavera dedicó una calle a su nombre. En 1997, también por decisión del Ayuntamiento, la Escuela Municipal de Música y Danza se inauguró con el nombre de Eusebio Rubalcaba.

Historia de la Banda de Música. Los inicios

Publicada en La Voz del Tajo por Jose Mª Gómez Gómez.


La historia de la Banda de Música de Talavera, con sus etapas difíciles y sus etapas brillantes, es parte de la historia de la ciudad en el siglo XX. Existió una primera formación en 1879, ligada al Ayuntamiento, pero los problemas hicieron que se disolviera en 1883.

En 1909 se creó la primera Banda de Música propiamente dicha, con 35 músicos. Fue su primer director Eduardo López Chapí.

Una de las instituciones de que con más orgullo puede gloriarse Talavera ha sido a lo largo del siglo XX, y es en la actualidad la Banda de Música. Esto no quiere decir que los casi cien años de su existencia hayan sido un camino de rosas. Todo lo contrario. En su devenir y en el desarrollo histórico de su organización y actividad ha pasado por momentos muy difíciles en que casi llegó a desaparecer. Pero la Banda de Música terminó sobreponiéndose siempre a las dificultades.
Hoy recordamos con cariño su historia y encontramos que fueron más lo momentos felices, incluso brillantes, en que tantas alegrías y satisfacciones dan a los talaveranos y a los pueblos de la comarca porque, y esto también hay que resaltarlo, la Banda de Música de Talavera ha sido en muchas ocasiones una banda comarcal.
Los antecedentes de las formación de una Banda de Música en Talavera se remontan al último tercio del siglo XIX. Fue por entonces cuando, ante la intensificación de la vida política y municipal en general y la proliferación de actos protocolarios y culturales, cundió entre los miembros del Ayuntamiento y las personas inquietas e influyentes la preocupación por la creación de una Banda de Música Municipal. Coincidía esta preocupación con el progresivo interés por la música en Talavera. En 1874 existían ya dos sociedades lírico-dramáticas, denominadas “La Incógnita” y “La Amistad” que organizaban actividades musicales en los teatros talaveranos. Sucedía, sin embargo, que para actos protocolarios importantes el Ayuntamiento tenía que contratar un grupo de músicos, y así formar una banda provisional para dignificar y amenizar dichos actos. Así sucedió en la célebre visita del rey Alfonso XII a Talavera en 1876 para inaugurar la estación de ferrocarril y visitar detenidamente toda la villa, a la que, a raiz de la visita, días después proclamó y dignificó como “ciudad”, por documento extendido y firmado por el propio rey.
Habrá de ser en 1879, tres años después de la visita de Alfonso XII y de la proclamación de Talavera como “ciudad”, cuando el Ayuntamiento se plantee con cierta seriedad la creación de la Banda de Música. Para ello el consistorio talaverano habilitó una subvención de 5.000 reales para un conjunto integrado por 32 jóvenes músicos que, a cambio, deberían actuar gratuitamente por espacio de seis años en ferias, festividades religiosas y días de especial significación para la ciudad. Ha sido nuestro amigo el historiador local Benito Díaz quien, en su día, exhumó este interesante dato de entre la documentación del Archivo Municipal de Talavera (véase su libro “Talavera de la Reina durante la restauración (1875-1923)”. 1994).
Muy pronto, sin embargo, habrían de surgir los problemas para la Banda de Música (algo, por cierto, consubstancial a su historia prácticamente hasta nuestros días) diferencias personales entre sus componentes, falta de recursos económicos en una etapa especialmente difícil de la economía española y poco interés por parte del Ayuntamiento hicieron que la Banda de Música tuviera que disolverse en 1883.
Entre tanto, de entre los aficionados locales habían ido creándose ciertas orquestas y orquestinas que actuaban en los teatros y en fiestas privadas. La más importante de estas orquestas, que se tildaba de “filarmónica”, fue “La Constante”.
Pues bien, esta agrupación terminó haciendo las veces de una banda municipal de música, pues sus integrantes firmaron con la alcaldía un contrato por el que se comprometían a actuar siempre que lo solicitase el Ayuntamiento, cobrando a razon de 30 pesetas por concierto. Así pudieron dignificarse con Banda de Música actos tan significativos como la Colocación de la Primera Piedra del Monumento al Padre Juan de Mariana (17 de julio de 1887): el cortejo salió del Ayuntamiento (por entonces aún establecido en el edificio de la Plaza del Pan que hoy es sede de la Delegación de la Junta de Comunidades), formando comitiva presidida por el alcalde Justiniano Luengo y abriendo marca dos maceros y una banda de música. Un año después (27 de mayo de 1888) se inauguraba dicho Monumento y en la crónica de los actos leemos que la comitiva (alcalde, concejales, autoridades, el escultor de la estatua del P. Mariana Eugenio Duque, y demás personas invitadas) “salieron en procesión cívica de dichas Casas Consistoriales precedidos de los maceros de la Corporación, de cuatro batidores vestidos a la antigua usanza, con pendones, de otros tres también a caballo con trajes asimismo antiguos, y siete a pie, con iguales o parecidos trajes, y de dos bandas de música…”
Pero Talavera seguía sin tener propiamente una Banda de Música Municipal. Los teatros, las asociaciones y los aficionados a la cultura y a la música se procuraban orquestas y orquestinas privadas, que se mantenían con actuaciones más o menos continuadas. Cuando en 1892, a instancias de la Sociedad lírico-dramática “La incógnita” se inauguraba el Teatro de la Unión, en el local que conocemos como Iglesia de San Agustín el Viejo (que más tarde fue también Liceo), en el programa de inauguración se anunció: “la Orquesta del Sr. Carrasco, que es con la que cuenta la sociedad para todas sus funciones, será dirigida por el socio D. Enrique García Argüelles”. Por cierto en otro lugar de dicho programa se leía: “Tanto el telón de embocadura, como todas las decoraciones que han de estrenarse, de deben al pincel del arista de esta localidad, D. Juan Ruiz de Luna”.
El cambio de siglo, en medio de una agudísima crisis económica, no iba a arreglarla situación. El Ayuntamiento no tenía dinero ni para acudir a remediar los problemas más urgentes y de primera necesidad. Ello se vio claro en el llamado Motín del Pan (también llamado Motín de las Mujeres) del año 1898, verdadera revolución protagonizadas por buen número de mujeres talaveranas, alarmadas por la repentina subida del pan (llegó a valer una pieza lo que el jornal que un obrero ganaba al día…). El Ayuntamiento no tuvo fondos para paliar tan terrible carestía y hubo desbordamiento popular y escenas de violencia y saqueo en la ciudad… No estaba, pues, el consistorio para permitirse “lujos” como el sostenimiento de una banda de música.
Pero la afición musical crecía en Talavera. En 1904 un joven músico talaverano, llamado Humberto Gabrieli, triunfaba en Madrid (en el teatro Princesa, concretamente) como violinista solista. Ese año, en Talavera, un importante grupo de jóvenes fundaron una Academia de Música y solicitaron subvención al Ayuntamiento, que respondió con la aportación (puramente simbólica y, a todas luces, insuficiente) de 100 pesetas para adquisición de instrumentos musicales… La afición musical se satisfacción con conciertos a cargo de agrupaciones locales privadas o base de orquestas y bandas que, de vez en cuando y para actos muy concretos contrataba el Ayuntamiento. Por esos años de comienzos del siglo XX vinieron a Talavera el orfeón “El Eco” de Madrid las bandas militares Wad-Ras, Covadonga y la de Regimientos (datos recogidos en su propio libro por Benito Díaz).
La falta de una Banda de Música propia llegó a provocar en Talavera la indignación y el clamor popular. Las cosas sucedieron así. En 1908 se programaron los actos para la inauguración del Puente de Hierro sobre el Tajo. Y no hubo forma de organizar una banda de música entre los músicos talaveranos. Fue más fácil y cómodo para el Ayuntamiento la contratación de la Banda Municipal de Música de Torrijos… Las críticas corrieron como la pólvora en los mentideros talaveranos. Se consideraba desdoro para la ciudad de Talavera haber tenido que contratar una banda de música en una población más reducida y menos importante.
Las críticas hicieron mella también en el amor propio de los miembros del Ayuntamiento. Y éste se puso manos a la obra para la constitución de, por fin, la Banda Municipal de Música de Talavera. En 1909 se aprobaron unas bases para sacar a concurso la plaza de director. Este no debía tener más de 50 años ni menos de 30. El Tribunal de selección estaba compuesto por el alcalde, tres concejales, tres profesores de música domiciliados en Talavera y dos de otras localidades. Sólo hubo tres solicitudes. En febrero se falló a favor de Eduardo López Chapí, vecino de Madrid, perteneciente a una familia de gran tradición musical. Inmediatamente se le encomendó formar una banda con 35 músicos; 10 de primera categoría (con un sueldo de 2 pesetas por actuación), 5 de segunda categoría (con un sueldo de 1,5 pesetas), 15 de tercera categoría (con un sueldo de 1 peseta) y 5 llamados “educandos” (aprendices, sin sueldo). La banda debía llevar a cabo 40 actuaciones y se le asignaba un presupuesto de 1.750 para sus gastos (instrumentos, partituras….), además del sueldo del director.
Muy pronto surgieron los problemas. Como el Ayuntamiento arrastraba un alarmante déficit económico, no pudo cumplir con lo establecido. Hubo que abrir una suscripción popular y de carácter privado para llegar fondos para adquisición de instrumentos musicales. Se recogieron 1.915 pesetas. Otro problema económico supuso la confección de uniformes… Por todo ello, el director López Chapí amenazó con dimitir en los primeros meses de 1910 y disolver la banda. Continuó como pudo, pero como los problemas no se solucionaban dimitió definitivamente en 1913.
Se convocó un nuevo concurso y hubo esta vez siete solicitudes. El director designado, cuando se informó de las condiciones con que tenía que trabajar y las deficiencias económicas y penurias y estrecheces, decidió no tomar posesión del cargo. Se sucedieron las convocatorias y concursos para cubrir la plaza de director. Pero los que accedían al cargo lo abandonaban rápidamente, pues el Ayuntamiento incumplía sistemáticamente sus compromisos. La banda estuvo abocada a disolverse; entre los años 1915-1920 hubo largos periodos de tiempo en que no había director y los músicos se votaban entre sí par que uno de ellos dirigiese las actuaciones. Al Ayuntamiento le importaban muy poco las actividades culturales y, por supuesto, la banda de música era más una carga que un honor… y a los músicos no se les pagaba los sueldos estipulados y se amontonaban las deudas. En esta situación se llegó al año 1920. Entonces un gran talaverano, excelente músico y hombre de bien, tomó cartas en el asunto y se propuso detener por el momento la disolución de la Banda de Música. Ese hombre fue Eusebio Rubalcaba Niveiro.